LA IGLESIA CATÓLICA Y LA ESCLAVITUD.
            La esclavitud ha llegado prácticamente hasta nuestros días en Occidente hasta finales del siglo XIX. Con anterioridad la  conciencia de la inmoralidad e inhumanidad de la esclavitud fue prácticamente inexistente.
            La ONU declaró el año 2004 como Año internacional conmemorativo de las luchas contra la esclavitud y su abolición.
            Con  nuestra  mentalidad actual,  nos puede chocar que el cristianismo al introducirse en la sociedad y especialmente al constituirse como religión oficial del imperio romano no tomara conciencia  de la inhumanidad de la esclavitud y de su frontal oposición al espíritu del evangelio, y no luchase por abolirla.
            Vamos a hacer un recorrido por las distintas  épocas desde la aparición del cristianismo, hasta la abolición de la esclavitud, en orden a conocer cual fue la actitud de la Iglesia a través de los siglos ante este problema.
            El cristianismo primitivo, al entrar en contacto con la sociedad unas veces rechaza  y otras  veces se amolda a los usos y costumbres propias de la sociedad en la que vive. Con relación al tema que nos ocupa tenemos en san Pablo dos textos y uno en la 1ª carta de Pedro que  podrían ser orientadores: “Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer: todos sois uno en Jesucristo” (Gal 3, 27-28; Col. 3, 11).  Imposible anunciar un principio más radical de igualdad. Pero al mismo tiempo en sus recomendaciones morales Pablo exhorta a la sumisión de los esclavos a sus amos (Ef.6, 5-6, Col.3, 22; y la 1ª Ep. de Pedro añade “incluso a los que son duros 2,18). 
            El amo debe tratar al esclavo con justicia y equidad recordando que él también tiene el mismo Señor en el cielo, que no hace distinción de personas (Ef.  6,9. Col 4,1). El esclavo es ahora un hermano en Cristo “muy amado” (Filem. 16,17, 21).   La carta a Filemón dará pie a muchas liberaciones  de esclavos por parte de cristianos, Pero ciertamente éste no era un programa de acción que fuera buscando el cambio de la institución, sino simplemente un principio de relación personal  entre los cristianos por su igualdad en Cristo.
            Durante mucho tiempo la autoridad de la Iglesia  seguirá centrado sobre esas relaciones y el comportamiento de los fieles en ellas. El cristianismo se negaba a ser un movimiento social y político; y ante la acusación de deslealtad y subversión de que era objeto, acentuaba su aceptación de la autoridad mientras no hubiese de renegar de lo que en aquel momento era su misión esencial: proclamar la Buena Noticia y la salvación en Cristo. Esta actitud sería sin embargo motivo de la incorporación al cristianismo de muchos esclavos asì como de las clases más pobres de la sociedad romana.
Imperio Cristiano y Edad Media.
            Después de Constantino, cuando los cristianos estaban en una situación de poder cambiar las instituciones el fermento transformador del cristianismo se empieza a notar en la sociedad:  se manifiesta en la caridad de los cristianos con los más pobres, se prohibieron los juegos del circo, disminuyó el desenfreno sexual de los paganos, disminuyó el afán de riqueza e irán apareciendo nuevas leyes de inspiración cristiana  como la protección de viudas y huérfanos, la defensa de los campesinos contra los los usurpaciones de los propietarios ricos, la condena del aborto, la prohibición de la usura, la calumnia, el adulterio de una mujer con su esclavo la brutalidad de los carceleros con los presos de los amos con sus esclavos.
             Respecto a la esclavitud, humanizan algo y mitigan la condición del esclavo, y facilitan la manumisión, por ejemplo con una simple declaración ante el obispo. Constantino desaprueba poseer esclavos cristianos y sobre todo venderlos a no cristianos. Pero la esclavitud como tal, se sigue aceptando, sin cuestionar su legitimidad y normalidad.  Pocas son las voces  que proclaman su inmoralidad como la de San Gregorio de Nisa.
            En el Concilio de Gangra (340 d.C.) se aprobó la siguiente resolución: ” Si alguien, usando la fe como pretexto, enseña a un esclavo ajeno a escaparse y no servir a su amo con total entrega y respeto, será anatema”. Esta resolución fue incorporada a la Legislación Canónica y aceptada como verdadera hasta finales del siglo XVIII. Alrededor del año 600 el Papa Gregorio I escribió: “Los esclavos ………deben aceptar que no son nada más que esclavos”. En 655 el 9º Concilio de Toledo, tratando de imponer el celibato a los clérigos, legalizó que ” todos los hijos de clérigos serán automáticamente esclavizados” (sic!).
La era colonial.
Con las exploraciones a África en el siglo XV, la esclavitud tomó una nueva actualidad. Los  portugueses volvían trayendo negros como esclavos.  Los Papas no lo condenaron, tan solo protestaban si habiendo sido bautizados se los seguía teniendo como esclavos. Nicolás V en la Bula Dum diversas y el Breve Divino amore communiti de 1452, permitía al rey de Portugal someter a la esclavitud hasta de modo permanente a paganos, musulmanes y otros  paganos y otros infieles Pío II, en 1462, amenaza con castigos a los que esclavizan neófitos, pero no condena el comercio de esclavos Sixto V en 1476 excomulga a los que esclavizan neófitos de aquellas regiones.
            Paulo III el 1548 confirma el derecho a tener esclavos, incluso por los eclesiásticos, pero afirma también que los indios no lo eran y tenían derecho a ser libres, y a liberarse. En las tierras descubiertas por los españoles y portugueses en América tanto los papas como los reyes de España se oponían a convertir a los indios en esclavos .  Otras instituciones, no muy lejanas de la esclavitud, proveyeron la mano de obra indígena que necesitaban los colonos, pero los abusos fueron denunciados por los misioneros  como la de Bartolomé de las Casas y provocaron la importación y venta de esclavos negros de África.
            El número de negros importados a America como esclavos algunos lo cifran entre 12 y 25 millones, otros hablan de 11 millones. En este comercio no estaban involucrados sólo mercaderes, sino que en sus beneficios participaban nobles, grandes familias, casas reales, obispos, órdenes religiosas, masones… 
            Desde tiempo inmemorial la esclavitud en sí era aceptada como algo natural, y la Iglesia no lo modificó. La autoridad de Aristóteles, de Santo Tomás, de los teólogos lo confirmaba. La mayoría de los cristianos clérigos y laicos en las Indias la practicaron. Los jesuitas usaban negros, a veces a centenares, para trabajar sus estancias e ingenios. Su plantación en Xochimalcas tenía doscientos. Otras órdenes hacían lo mismo.
            Ante una tal barbaridad, ¿qué se había hecho de la conciencia cristiana? ¿No hubo voces que protestaran?
            Los traficantes usaban el argumento de que era un bien para los propios negros, pues estaban mejor en la esclavitud en países cristianos que en las salvajes tierras nativas, donde tan a menudo eran esclavos de otros negros. No hay constancia de que jamás se haya solicitado el parecer de los propios negros.
            El hecho es que todas las naciones cristianas, Inglaterra, Francia, Portugal, España, Holanda, tanto en el norte como en el sur de América participaron en la trata y venta de esclavos negros.
            ¿Porqué precisamente los negros? Diría el jesuita sevillano P. León,  entregado a la liberación de las prostitutas en Sevilla: Los negros tienen la piel del diablo.
            No fue hasta la Revolución de 1848 que se suprimió definitivamente en Francia.  Su gran protagonista fue Victor Schoelcher, autor del decreto de abolición durante la IIª República, y que llama a la esclavitud crime de lèse-humanité.
            A partir de ahí un conjunto de factores determinarían la abolición de la esclavitud, en la mayor parte de las naciones, ésta no llegaría hasta bien entrado el siglo XIX, entre ellos no se encontraría a la Iglesia católica. Unas palabras de Cautelar en el congreso podía ser la proclamación pública de una de las más oscuras sombras del catolicismo: ” .. hemos tenido diecinueve siglos de cristianismo, y aun hay esclavos. Solamente existen en los países católicos, Brasil y España  … Hemos tenido apenas un siglo de revolución, y no hay esclavos entre los pueblos  revolucionarios, Francia, Inglaterra y los Estados Unidos han abolido la esclavitud. Diecinueve siglos de cristianismo, ¡y todavía hay esclavos entre los pueblos católicos! … ¡Levantaos, legisladores españoles, y haced de este siglo diecinueve el siglo de la completa y total redención de los esclavos … !”
BIBLIOGRAFIA
            La esclavitud de los negros en la América española, Madrid 1919; 1. A. SACO, Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo, La Habana 1938; ID, Historia de la esclavitud, Buenos Aires 1965; D. MANNIX y M. COWLEY, Historia de la trata de negros, Madrid 1968; E. DONNAN, Documents Illustrative of the History of the Slave Trade to America, Washington 1930-35; CH. VERLINDEN, L´esclavage dans 1′Europe médiévale, Brujas 1955; J. M. OTS, Instituciones sociales de la América española en el período colonial, La plata 1934.